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Cuando dejé de sentir culpa por ser mamá trabajadora

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Debo ser sincera: no tenía muchas esperanzas de que llegara ese día, pero llegó.

Algo mágico pasó, hilé consejos con experiencias y lo conecté con lo que pasaba a mi alrededor. Mi culpa, mi compañera infalible pero no bienvenida, ya no estaba ahí. Fue en ese momento cuando empecé a aceptarme como mamá trabajadora.

Tengo tres niños sub-10, estoy fuera de mi casa durante más de 9 horas al día y no me arrepiento de las decisiones profesionales que he tomado. Es más, me siento orgullosa de lo que hago.

Me gustaría compartir con ustedes algunos secretos que me ayudaron a dejar de sentir esa culpabilidad que sentimos la mayoría de las mamás que trabajamos.

1. No existe la mamá perfecta.

Un día alguien me comentó que “la mamá perfecta es aquella que no lo es”. Puede sonar raro, pero es cierto. Mientras menos libertades le demos a nuestros niños, menos espacio para hacer sus cosas, si no los dejamos equivocarse, aburrirse, etc. nuestros niños van a llegar a la adultez sin haber tenido frustraciones, sin saber enfrentar la vida tal cual es. Es bueno que los niños sepan que lo pueden lograr sin alguien al lado todo el tiempo.

2. Niños que conocen la rutina.

Mis niños saben mi rutina. Saben que algunos días llego a una hora a mi casa, otros días más tarde o más temprano. ¡Hasta mi sub-5 maneja mis horarios! Logré darme cuenta de la importancia de la rutina cuando llegaba más temprano a mi casa. Los niños saltaban de felicidad por cinco minutos y después seguían con sus vidas. Recién se volvían a acordar de mi cuando era mi hora habitual de llegada. ¿Para qué interrumpirlos cuando están felices en su mundo?

3. Familia orgullosa.

Finalmente, el puntapié final se lo dio mi familia. o solo están orgullosos de mi trabajo, están orgullosos de mí. Me lo han dicho y lo siento así. Conocen mi oficina y la gente con la que trabajo. Dicen felices que su mamá trabaja y en qué trabaja. Mis hijas quieren trabajar cuando sean grandes. Trabajar y ser mamás.

Si bien mis días se dividen entre mi profesión y mi casa, vale la pena. Lo que más me importa es que mis hijos sientan mi presencia, si no voy a llegar a la hora los llamo, me preocupo de sus tareas y participo, en lo que puedo, en el colegio. Desde que dejé de sentir culpa, todos somos más felices.


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