Tal vez estés en una de esas semanas en que tu “Lista de Cosas por hacer” se ha salido completamente de control y te ves agobiada, terminando el día con la sensación de que anduviste corriendo para todos lados, haciendo muchas cosas, pero que al final de cuentas, no lograste terminar nada (o casi nada) de lo que te habías propuesto.
Acabas el día agotada y sin la satisfacción que llega cuando tachas esos pendientes, pasándolos de la categoría “por hacer” a “hecho”.
Si es así, no te agobies. A todas nos ha pasado, nos pasa y nos seguirá pasando más de lo que querríamos. Lo importante es no dejar que esa crítica interna tome el control y nos repita lo ineficientes que somos, ni nos machaque con sermones que en vez de ayudar, nos estresan y hacen perder el foco.
Así es que hoy te quiero invitar a que, en vez de caer en la desesperación, respires profundamente tres veces (si… tres!), bajes el volumen a la crítica interna y te concentres en salir de ahí lo más rápido posible, siguiendo estos 4 consejos prácticos:
¡Y no más! Algo que aprendí y que veo diariamente con mis clientas es que las mujeres tendemos a pensar que somos una especie de magas que podemos convertir esas 24 horas diarias que todos los mortales tenemos en 30 horas o más. Pero no es así. Lo sabemos porque nuestra lista de pendientes sin tachar nos lo recuerda ?
Partir el día definiendo las 3 cosas que sí o sí tengo que hacer para sentir que mi día fue productivo me permite focalizar mis esfuerzos, aumentar las probabilidades de lograrlas y, por lo tanto, experimentar esa maravillosa sensación que viene al tachar cosas de la lista de pendientes. Hacerlo me recuerda inmediatamente lo que es realmente importante de lo que no lo es y me permite terminar el día sintiendo que logré lo que me había propuesto.
Además, es un recordatorio de que SIEMPRE pasan cosas que uno no planifica, por lo que si ya eres capaz de sacar 3 cosas de tu lista, siéntete como una master y regalonéate… ¡¡porque te lo mereces!!
Lo que sí, esto no significa que no harás nada más aparte de esas tres cosas. De hecho, lo que ocurre, es que generalmente las terminamos antes de la tarde, por lo que te queda tiempo para seguir avanzando con otras tareas menos prioritarias.
Resultado: generas esa motivación extra por haber logrado lo que te propusiste para el día, y además te hace más productiva sin darte cuenta.
Este consejo ha sido lejos el que más me ha servido a nivel personal. Tenía la falsa creencia de que hacer muchas cosas al mismo tiempo me hacía más efectiva, pero claramente no era así. De hecho, es al revés. El famoso multitasking es uno de los hábitos más perjudiciales en los que podemos caer.
Si bien es verdad que podemos hacer más de una cosa a la vez –y solemos vanagloriarnos de ello frente a nuestros compañeros hombres– lo cierto es que cada vez que estamos con más de una “ventana abierta” nos estamos haciendo un flaco favor. El multitasking como hábito disminuye tu capacidad de concentración, te vuelve menos creativa, sobrecarga tu cerebro y aumenta tu frecuencia cardíaca, genera cortisol (hormona del estrés), disminuye tu capacidad de memoria de corto plazo y, por tanto, disminuye tu productividad.
Por todo eso, ahora ya no me meto a Instagram cuando estoy generando material para mis workshops, no respondo correos cuando estoy escribiendo esta columna y tampoco encontrarás dos proyectos abiertos en mi computador al mismo tiempo. O estoy diseñando la ppt de mi curso del diplomado o estoy haciendo la propuesta para algún cliente. Nunca más ambas a la vez (bueno… casi nunca… no somos perfectas ?).
Buenas dosis de “foco”, por una hora y algo, en un solo tema me ha ayudado a sacar proyectos importantes en la mitad de tiempo que me tomaba cuando me creía genia por ser multitasking. Te lo recomiendo 100%.
La mayoría de nosotros vivimos apurados, pasando sin mucha consciencia de una reunión a una llamada de un cliente, luego a un proyecto y luego a tu casa. Vamos de un lugar a otro, de un proyecto a otro en piloto automático, y arrastramos las emociones de unos a otros, aunque no nos sirvan.
Cada vez estoy más convencida de la importancia de lo que llamo “ritos de transición” entre una actividad y otra. Por ejemplo, cuando termino una propuesta, me doy una pausa. Puede ser tomar un vaso de agua, salir a dar una vuelta a la manzana, hacer un par de flexiones o simplemente respirar profundamente. Y mientras estoy en esa pausa, conscientemente dejo atrás la actividad que acabo de hacer, la suelto y me preparo para recibir la que viene. Esto es especialmente importante de hacer entre el trabajo y la casa. Antes de llegar a ver mis niños, camino el tramo que va desde la reja a la puerta de mi casa concentrando mi atención en mis pisadas. Mientras lo hago, agradezco el día que acaba de pasar, suelto las reuniones a las que fui, los workshop que realicé, las clientas con las que trabajé y me preparo para estar emocionalmente presente para mis hijos, eligiendo el estado emocional en el que quiero estar.
Este simple, pero poderoso acto te ayuda a no arrastrar tensión o estrés de una actividad a otra y te ayuda a intencionar cada tarea de manera de sacar el máximo provecho a cada experiencia.
No existe sesión de coaching que no parta con la siguiente pregunta a mis clientas: “¿de qué te sientes orgullosa de la semana que recién pasó?”. El darte tiempo para reconocer aquellas cosas que fueron bien, por mínimas que parezcan, puede marcar una gran diferencia en tu capacidad de lograr aquello que quieres.
Diversos estudios han comprobado que celebrar tus avances y agradecer es un hábito que te ayuda a mantenerte motivada y enfocada. Te da esa dosis de energía extra que necesitas cuando sientes que estás teniendo un día de aquellos y necesitas un recreo.
Asegúrate de darte un espacio cada día para celebrar aquello que estás haciendo y valorar tus esfuerzos y avances. Por muy pequeños que parezcan, son pasos que se suman al camino. Lo mereces.
¡Que tengas un lindo día!
Un abrazo,
Mary
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