Las últimas semanas han estado bastante intensas para mí. Aparecieron varias “contingencias” que interrumpieron el curso habitual de mi vida por lo que se me hizo bastante desafiante el poder equilibrar mis tiempos y distribuirlos entre los niños, mi trabajo como consultor de empresas, el coaching, mi marido, ejercitarme un poco, hacer las tareas de la casa, etc.
De hecho, recién esta semana llegó la calma y las cosas se volvieron a (re) acomodar. Recién estoy pudiendo volver a focalizarme 100% y recuperar mis habituales prácticas de planificación y organización de vida. Y estoy feliz!
Esta pausa o “meseta” me ayuda a mirar con más claridad los días pasados y me doy cuenta de que es tan tan taaaaaaaan importante la actitud con la que enfrentamos los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor. Cada situación puede ser vista como un problema o como una oportunidad. Ejemplo, el otro día, en medio de este “caos” fui al banco y había una fila de aquellas que te dan ganas de decir “Filo… lo hago otro día, ¿qué tanto?”, pero no podía, así es que me quedé.
Al principio lo estaba pasando mal, mirando el reloj y calculando cuánto tiempo más me quedaba hasta que me atendieran. Y de pronto, recordé que parte de mis objetivos semanales es hacer diariamente 5 respiraciones profundas y conscientes. Y me dije: “Mary, qué tal si en vez de enojarnos con la situación (que NO va a cambiar), aprovechamos de hacer nuestras respiraciones?” (Sí, a veces me hablo en tercera persona, a lo Martín Vargas ;P). Y así, una situación que partió mal, terminó siendo una oportunidad de darme un minuto de recarga y paz.
Todo esto me ha recordado el principio 90/10 de Stephen Covey (autor del libro “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”) que dice que nuestra vida depende en un 10% de lo que nos sucede y en un 90% de cómo reaccionamos frente a ello.
Este principio comprende que hay muchas cosas que nos han pasado en la vida y que posiblemente no hubiésemos elegido, al menos conscientemente. Y éstas seguirán ocurriendo en el futuro (perderemos a seres queridos, negocios, trabajos, se caerá internet en medio de un proyecto importante, etc. etc.)… por lo que hoy es tu oportunidad de ejercitar el “músculo de la actitud” como le llamo.
Entrena día a día elegir conscientemente con qué actitud quieres vivir los diferentes acontecimientos que ocurran a tu alrededor:
Vas atrasada y te encuentras con un taco de aquellos…. uf! Antes de que comiences a desesperarte, respira… y elige con qué actitud vas a reaccionar. ¿Y si llamo a esa amiga con la que no hablo hace tiempo? ¿Y si aprovecho este tiempo para estar a solas conmigo y meditar? ¿Y si lo aprovecho para conversar con mis hijos/marido/padres…?
Llegas a esa reunión importante y te avisan que se canceló… y olvidaron avisarte… ¿qué eliges?
Esperabas con ansias la llamada de esa persona y nunca llegó… ¿qué eliges?
Estabas tan motivada con tu programa de entrenamiento y acabas de lesionarte… tendrás que parar por unas semanas… ¿qué eliges?
Esperabas que pasaran a censarte en la mañana, son las 18:00 y aún no llega nadie… ¿qué eliges?
En fin, busca todas esas situaciones que te sacan de tu centro, desde las más triviales a las más relevantes, enfócate en poner este principio en práctica y entrena ese músculo de la actitud!! Si queremos unos brazos marcados o un trasero fuerte, tenemos que hacer algo de pesas o estocadas. Si no, no se logra. Lo mismo pasa con el músculo de la actitud. Y en este caso, el gimnasio vendría siendo la vida misma, con tooooooodas esas situaciones que nos desafían día a día.
Después de todo, elegir como responder es una de las libertades más sublimes, porque nunca se nos podrá quitar.
Cada una puede encontrar sus propias situaciones, aquellas que más nos desafían a poner esta cita en práctica:
“La actitud es más importante que los acontecimientos. Es más importante que el pasado, la educación, el dinero, las circunstancias, los fracasos y los éxitos, lo que otros dicen, piensan o hacen. Es más importante que la apariencia física, las habilidades o destrezas. Puede hacer crecer o destruir un negocio, una familia, una relación, una amistad o una organización. Lo que siempre debemos recordar es que tenemos la opción de elegir DIARIAMENTE cuál será mi actitud. No puedo cambiar mi pasado. No puedo cambiar las acciones de otros. No puedo cambiar lo inevitable. Lo único que puedo cambiar es mi actitud. Nuestra vida depende en un 10% de lo que nos sucede y en un 90% de cómo reaccionamos frente a ello”.
Ahora me gustaría escucharte a ti: ¿qué área de tu vida se vería impactada positivamente con un cambio en tu actitud?
Un abrazo,
Mary.
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